Espasmo del sollozo o del llanto

¿Qué son los espasmo del sollozo?

Son episodios desencadenados por un enfado, una regañina, un susto o una emoción importante, en los que el niño deja de respirar bruscamente, se priva.

No se sabe el origen, ni porqué los tienen unos niños y otros
no.

Los hijos de padres que han tenido espasmos del sollozo de pequeños, son más propensos.

Son muy alarmantes, pero su naturaleza es totalmente benigna sin ningún riesgo para la salud. 

¿Cuáles son los síntomas?

Tras una caída, un golpe, un enfado, el niño llora o intenta llorar y de repente, deja de respirar y comienza a ponerse poco a poco morado y rígido (espasmo del sollozo cianótico).

Si el episodio dura más de 10-15 segundos pueden producirse algunas sacudidas, como convulsiones.

Finalmente, el niño rompe a llorar o pierde la conciencia brevemente.

Existe otro tipo de espasmos del sollozo, menos frecuentes, en los que los niños se quedan pálidos, no morados (espasmo del sollozo pálido); éstos suelen ocurrir tras de un susto o un sobresalto.

Después del espasmo, los niños se recuperan en unos segundos, sin que haga falta hacer nada especial.

¿Qué se puede hacer?

Intentar mantener la calma. Los espasmos del llanto duran pocos segundos y no tienen repercusión para el niño.

Aunque sea difícil no hacer nada, no debemos zarandear, gritar, ni golpear al niño, ni echarle agua, ni soplar; ya que no sirve de nada y podemos lesionarle sin querer.

¿Cuándo debo consultar?

Si no estamos seguros de que lo que hemos presenciado es un espasmo del sollozo, consultaremos al pediatra.

Si se está muy preocupado por los episodios o son muy repetitivos también se pueden consultar con el pediatra, quien nos ayudará a afrontar esta situación. 

¿Qué consecuencias tienen?

Ninguna. No se asocia a ningún trastorno o enfermedad.

¿Se pueden prevenir?

No se pueden prevenir, “igual que vienen, se van”.

En el caso de que el espasmo del sollozo aparezca tras una regañina, los padres deben continuar corrigiendo su comportamiento y no ceder ante las rabietas. Los límites y las normas siguen siendo necesarios para que los niños se sientan seguros.