Sábado, 01 de julio de 2023
Rabietas en el niño pequeño
Las rabietas y pataletas forman parte de la conducta del niño pequeño, sobre todo alrededor de los 3 años.
La edad de los 3 años es la edad de la obstinación, de la tozudez, a través de la cual el niño o niña quiere mantener su propia opinión, aunque sea de forma violenta. Es la edad de la desobediencia y esto con frecuencia supone un reto para los padres, pues el niño quiere poner a prueba un naciente sentimiento de independencia.
A esta edad, el niño tiene una clara propensión a las rabietas. Pueden nacer del afán de posesión, del egocentrismo, de la necesidad de centrar la atención de los demás, de la ambición de poder, del afán de independencia y del despertar de la voluntad. Es la época de las explosiones emotivas. Se trata de una edad que implica un importante compromiso educativo por parte de los padres.
Las rabietas son una manera de llamar la atención, de forma inadecuada, que utiliza el niño. Por ello, son conductas que no deberían ser aceptadas por parte de los adultos, aunque pueden y deben ser comprendidas. Cuando el niño, con su rabieta, intenta llamar nuestra atención, debemos plantearnos, como adultos, a qué puede obedecer esa llamada y reflexionar sobre cómo podemos ayudar al niño.
¿Qué hacer?
Lo primero es mantener una actitud tranquila e indiferente por parte de todos los adultos (padres, abuelos…) ante la rabieta del niño.
El niño debe tener muy claro que, con su rabieta, no consigue ganar la atención. Al contrario, obtiene indiferencia. La indiferencia sirve para extinguir la rabieta.
Los padres deben intentar comprender los motivos de las rabietas de los hijos, ya que, no olvidemos, se trata de una llamada de atención. Pero nunca debe accederse a un deseo que el niño exprese a través de rabietas, por más justo y lícito que sea. Acceder sería aceptar su chantaje y éste no es bueno para nadie.
Cuando la rabieta es excesiva, puede ser útil dejar al niño solo en una habitación, donde no tenga distracciones, durante unos 5 o 10 minutos, advirtiéndole que si sigue en esta actitud, el tiempo puede prolongarse.
Pero para que este sistema sea efectivo, es conveniente actuar con tranquilidad: acompañar al niño a la habitación de aislamiento sin nerviosismos, sin gritos y dejarlo en ella sin explicaciones de ningún tipo. También hay que evitar entrar en negociaciones.
Consecuencias educativas
La rabieta debe ser aprovechada para ejercer la acción educativa de los padres. Algunas sugerencias son:
- El ejemplo de los padres es fundamental siempre.
- La obediencia debe ser objeto de educación.
- Hay que estructurar normas en la casa. Para que sean efectivas deben ser pocas, constantes, concretas y de obligado cumplimiento.
- Deben buscarse los mecanismos para encarrilar la fogosidad infantil.
- Debe fomentarse y respetarse la espontaneidad; especialmente a través del juego imaginativo.
- Y deben vigilarse los posibles elementos contra-educativos, a menudo procedentes de la televisión. Los programas, por más infantiles que sean, deberían ser vistos en compañía de los padres.