Varicela

¿Qué es la varicela?

Es una enfermedad vírica muy contagiosa clásica de la infancia. Está causada por el virus varicela-zóster (VVZ), que también causa el herpes zóster. Es tan contagiosa que entre el 80-90 % de los convivientes con un caso, si no están vacunados, la contraen.

¿Cuál es la diferencia con el Herpes Zóster?

La varicela y el herpes-zoster son dos enfermedades producidas por el mismo virus, el VVZ. La varicela es una enfermedad generalmente benigna, propia de la infancia y el herpes zoster afecta fundamentalmente a adultos cuando disminuye su sistema inmune. En esas circunstancias se reactiva el virus VVZ que se había quedado latente en un nervio y provoca una erupción con vesículas en la zona de piel correspondiente a ese nervio.

¿Cómo se transmite la varicela? 

Las vías de transmisión son:

• El contacto directo con las lesiones de la piel.
• Por vía respiratoria, mediante las gotitas expulsadas al toser o estornudar.

El periodo de transmisión dura más o menos una semana. Empieza más o menos dos días antes de que aparezcan las lesiones en la piel y dura hasta que todas las lesiones de la erupción pasan a fase de costra. Los pacientes inmunodeprimidos tienen una duración de este periodo más prolongado.

¿Cómo se diagnostica la varicela?

Generalmente no es necesaria ninguna prueba diagnóstica porque la erupción es muy característica, lo que permite diagnosticarla con facilidad solo por los síntomas, aunque al principio se puede confundir con otras enfermedades víricas. En los casos de riesgo especial se puede realizar un análisis para detectar el virus en el líquido de las vesículas.

¿Cuáles son los síntomas de la varicela?

• Erupción cutánea característica que empieza generalmente por la cara, el tronco y el cuero cabelludo y que se va extendiendo al resto del cuerpo. Consiste en pequeños granos que se van convirtiendo en vesículas llenas de líquido y posteriormente en costras. Puede haber a la vez lesiones en diferentes estados (granos, vesículas y costras), porque no aparecen todas a la vez.
• Picor producido por las lesiones cutáneas
• Fiebre que puede aparecer un par de días antes que la erupción
• Malestar general y dolor de cabeza
• Pueden presentarse vómitos o falta de apetito

¿Cuál es el tratamiento?

En la mayoría de los casos el tratamiento es sintomático con algún fármaco oral o tópico para aliviar el picor y fármacos para la fiebre, evitando siempre el ácido acetilsalicílico ya que puede complicar la enfermedad con el llamado Síndrome de Reye.
En los casos complicados o de riesgo se puede prescribir un fármaco antiviral, el Aciclovir al inicio de la enfermedad.
Hay que evitar el rascado en la medida de lo posible para que no se infecten las lesiones. En caso de niños y niñas pequeños es útil cortar bien las uñas y dar baños con jabones suaves. Para favorecer la cicatrización correcta es conveniente evitar la exposición al sol hasta que las lesiones hayan desaparecido completamente.
Hay que evitar las denominadas “Fiestas de la varicela” que se hacían en el pasado. Es importante intentar aislar al enfermo de las personas que no han pasado la enfermedad, especialmente si son personas mayores, enfermos crónicos, inmunodeprimidos, recién nacidos…

¿Tiene complicaciones?

La mayoría de los casos son benignos curándose en una semana con el tratamiento sintomático y recuperando la actividad escolar cuando todas lesiones están secas, en fase de costra. En ocasiones hay complicaciones leves como infecciones por el rascado de las lesiones o como la ataxia cerebelosa (descoordinación y problemas de equilibrio) que puede asustar a las familias pero no es grave. Ocasionalmente pueden aparecer complicaciones graves que serán más frecuentes en pacientes de riesgo.
En algunos casos, tras sufrir la varicela, el virus se queda en un nervio, pudiendo reactivarse años después causando el Herpes Zóster.

¿Cómo se previene la varicela?

Evitando el contacto con enfermos y cumpliendo el calendario de vacunaciones vigente en el que se administra la vacuna frente a la varicela actualmente en dos dosis, a los 15 meses y 4 años de edad en niños y niñas sanas.