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Alcobendas rinde merecido homenaje a sus vecinos centenarios

Alcobendas rinde merecido homenaje a sus vecinos centenarios

En un acto que se enmarca dentro de la 'Semana de las Personas Mayores'

Un año más Alcobendas rindió homenaje a sus vecinos más longevos en el marco de la Semana de las Personas Mayores. Tres personas con más de un siglo de vida en el que han sumado experiencias buenas y no tanto, vivencias, emociones, alegrías, tristezas… Por ello, por lo mucho que han hecho y por la huella que han dejado y dejan en los suyos y en la ciudad, recibieron un merecido reconocimiento.

Andrea Jiménez Guindel nació en Alhambra, provincia de Ciudad Real, un invierno de hace 103 años. Era la pequeña de 5 hermanos, hija de un fabricante de piedras de afilar que trabajaba muy duro en una cantera y cobraba poco por lo que toda la familia vivió tiempos difíciles. Aunque aprendió a leer iba muy poco a la escuela y trabajó desde pequeña en lo que podía: recogiendo espárragos del campo o en tareas de servicio doméstico en casas acomodadas. A los 19 años se casó con Tomás, el amor de su vida. Tuvieron 7 hijos, de los cuales todos viven. La primera hija la crío sola, ya que al poco de nacer, a su marido le llevaron a “la triste guerra del 36” perdiéndose él así los 3 primeros años de su primogénita. Después de la guerra se fueron a vivir a un cortijo cercano al pueblo de un familiar. Allí se dedicaron a la crianza de gallinas, conejos y cerdos. En los años 60 Andrea y su familia emigraron a Madrid. Viuda desde hace ya 30 años, fue cuando cumplió los 100 que tuvo su primera hospitalización por una rotura de cadera. Actualmente vive en la clínica Ballesol y recibe la visita diaria de sus hijos.

Pascual O’Dogherty Sánchez nació el 28 de agosto de 1920 (está apunto de cumplir 99 años) en San Fernando, Cádiz. Tataranieto de un irlandés que emigró a España en el siglo XVIII para unirse a nuestra Armada y participar en la Guerra de la Independencia, desde muy temprana edad Pascual mostró muy buenas aptitudes para las Ciencias y con 19 años, ingresó en la Escuela Naval Militar. En el año 1943 se gradúa con la categoría de Alférez de Navío. Pascual era brillante y además de ascender en categoría militar, también actúa como profesor de la Escuela Naval e ingeniero Hidrógrafo en la entonces Guinea española. Con 21 años conoce en un tranvía a Elvira y “prendado por su belleza morena” se enamora. Se casan en 1948 y juntos tienen nada menos que nueve hijos nacidos entre España y Newcastle (Inglaterra) donde le matrimonio vive unos años. En 1964 se instalan definitivamente en Madrid y, desde entonces, la vida de Pascual ha estado íntimamente ligada al Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo, un centro científico del que fue director durante 17 años, vive y participa del auge que tuvo la Industria Naval en España en los años 60 y 70, años en los que España llegó a ser el segundo constructor naval del mundo. Desde su jubilación Pascual y Elvira son vecinos de Alcobendas. Su descendencia incluye, además de sus 9 hijos, 21 nietos y 17 bisnietos, muchos de los cuales son también vecinos de nuestra localidad.

Lucía Gómez Muñoz está a punto de cumplir 101 años. Es la menos de cuatro hermanos y su familia siempre se dedicó a la agricultura. “Sin grandes lujos”, pasó una infancia acomodada ya que era la niña “mimada de la casa”. Pudo ir a la escuela de las de entonces, a cursar estudios primarios, aunque Lucía viendo a sus amigas que venían de la capital, quiso probar suerte para disfrutar de “aquellas cosas que en el pueblo no se veían” aunque no sin la oposición de su padre. Esta etapa se ve cortada cuando estalla la Guerra Civil, ya que su tío decide enviarla de nuevo al pueblo, junto con sus padres. Lucia, a su vuelta, estrecha relaciones con sus amigos de toda la vida, especialmente con José, la persona que se convertirá en su marido y con el que trabajará mano a mano en el campo para poder mandar a sus cinco hijos a la capital “a buscarse una vida mejor, a ocupar puestos de trabajo humildes y a ampliar sus estudios”. A los 65 años Lucia y José también se trasladan a Madrid ocupando una portería en Argüelles. José y Lucía disfrutaron de una jubilación tranquila, ya que sus hijos “fueron haciendo sus vidas”. Lucía se convierte en cuidadora de su marido, quien posteriormente sufrirá varios infartos falleciendo este en 2004. Tiene una gran familia de diez nietos y doce biznietos. Hace poco tiempo que reside en la residencia Cáser de Alcobendas, hoy no es muy consciente de muchas cosas, algún tipo de enfermedad le hace confundir los tiempos, aunque sabe cuando está acompañada por sus hijos y su familia está contenta sabiendo que allí está cerca y bien atendida.

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